El sábado pasado, durante un encendido mitin en Ohio, Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos, proclamó que las elecciones presidenciales del 5 de noviembre serán un punto crucial en la historia del país. En un discurso cargado de fervor político, Trump delineó su campaña como un momento decisivo para la nación.
Entre los mensajes destacados, Trump advirtió sobre un posible «baño de sangre» en caso de no ser elegido, aunque no especificó a qué se refería, deslizando el comentario entre críticas a los desafíos de la industria automotriz estadounidense.
Además de reiterar su constante crítica hacia su rival demócrata, Joe Biden, Trump arremetió contra los presuntos planes chinos de fabricar vehículos en México para su venta en Estados Unidos, asegurando que bajo su mandato, esto no sucedería.
En respuesta, la campaña de Biden emitió un comunicado calificando a Trump como un «perdedor» que intensifica sus amenazas de violencia política, evocando la toma del Capitolio estadounidense en 2021 por parte de seguidores del republicano.
El enfrentamiento entre ambos candidatos promete intensificarse, ya que ambos han asegurado las nominaciones de sus partidos para la carrera presidencial de 2024, preparando el terreno para una revancha histórica en la política estadounidense.
Trump también tocó temas sensibles como la frontera con México y el apoyo a las minorías, intentando captar la atención de votantes tradicionalmente demócratas. Acusó a Biden de desatender los intereses de los votantes afroamericanos y hispanos estadounidenses al otorgar permisos de trabajo a inmigrantes.
El mitin en Ohio, estado históricamente crucial en las elecciones, se produce en un contexto de creciente tensión dentro del Partido Republicano, evidenciado por la reciente declaración de Mike Pence, ex vicepresidente de Trump, quien se distanció de su antiguo jefe al negar su apoyo para un segundo mandato en la Casa Blanca.